Tiene una fachada barroca de aire italianizante, del siglo XVIII con un gran balcón central de hierro forjado, que da unidad a lo que originariamente eran los palacios Gomila y Squella, dos familias nobiliarias que se unieron por lazos matrimoniales. La fachada ha sufrido diversas modificaciones. La última vez que se limpió la fachada se perdieron la mayoría de las pinturas y las ventanas fueron restauradas por un artesano, mientras que a las esculturas adosadas se le quitaron las capas de pintura verde dejándolas en la piedra natural. En su interior se pueden observar salas que acogieron muebles Chippendale y Reina Ana, un Santo Cristo de Marfil de factura italiana, una cama con pinturas de Orase Vernet, un cuadro de San Pablo atribuido a la escuela Ribera e importantes colecciones de óleos y gravados de los siglos XVIII y XIX.
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